Recomendaciones para la fertilización del maíz para silaje

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La planificación debe tener en cuenta el cuidado del recurso suelo. Cómo hacer el cálculo para determinar la cantidad de nitrógeno a aplicar.

 

BUENOS AIRES (NAP, por Esteban Alessandri*). Con el comienzo de la campaña de maíz empieza la toma de decisiones de manejo. Éstas comprenden la fecha y la densidad de siembra, tipo de híbrido a sembrar, contratista para siembra y cosecha, entre otras. La fertilización del cultivo es una decisión que hay que tomar con anticipación para evitar pérdidas innecesarias de rendimiento, ya sea por demoras en la aplicación o por una inadecuada estrategia de manejo de la fertilidad.

El manejo de la fertilidad involucra el conocimiento de los aportes del suelo, de la demanda de los cultivos, los objetivos a largo plazo del establecimiento y la fertilización. Es importante remarcar que uno de los desafíos de la producción agrícola actual está en la sustentabilidad de los recursos, y un buen programa de manejo de fertilidad hará que ese objetivo se cumpla de la mejor manera.

Análisis de suelo 

El primer paso a la hora de diagramar un programa de fertilidad es conocer el aporte del suelo, Por lo tanto del conocimiento de su fertilidad actual y potencial, surgirá la estrategia de manejo. 

En lo que respecta a fertilidad de suelo, hay que tener en cuenta tanto sus aspectos físicos y químicos. Por fertilidad física se entiende los aspectos físicos del suelo (textura, estructura, horizontes densificados, etc.) que afectan directa o indirectamente el rendimiento de los cultivos. La fertilidad química, en cambio, comprende la disponibilidad de nutrientes para los cultivos. Ambos aspectos deben ser tenidos en cuenta en el diseño de un programa de fertilidad. 

El contenido de materia orgánica (MO) es muy importante ya que es fuente de nutrientes y ayuda a estabilizar la estructura del suelo. Es necesario, dentro del programa de fertilización diseñar estrategias que ayuden a conservar el contenido de MO en suelo que si es muy bajo, se pueda mejorar. Esto se puede lograr con rotaciones que aporten mucho rastrojo y con una buena fertilización de los cultivos. 

Especificidad

 

Aunque no hay muchos trabajos en esta temática, hay suficiente información en el cultivo de maíz para grano. Teniendo en cuenta que es esperable que un 50% o más del volumen de forraje producido se aporta por la espiga, y sabiendo que si la fertilidad es deficiente, no va a llegar a producir de acuerdo a su potencial, se puede intentar extrapolar los conocimientos de la producción grano a la producción de silaje. En este sentido se puede hablar de tres nutrientes principales: nitrógeno, fósforo y azufre.

Nitrógeno 

Claramente el nitrógeno es el nutriente que más relacionado está con el rendimiento de maíz, ya sea para grano como para silaje de planta completa. Experiencias preliminares muestran que el agregado de nitrógeno aumenta la producción de forraje, sin modificar en gran medida la calidad del forraje producido (en lo que respecta a fibra) aunque se observa un efecto positivo sobre la proteína bruta. 

Para este caso se puede tomar como base el método de balance donde se calcula, para un rendimiento objetivo, la demanda del cultivo que debe ser igualada por aporte de nitrógeno por parte del suelo. Este aporte es la suma del aporte de nitratos del suelo (en una profundidad determinada, lo más normal es tomar entre 0 y 60 cm) junto con la fertilización. Hay varios modelos que sirven a este fin, y no es el objetivo de este artículo analizar cada uno, sino abrir la discusión para que cada productor pueda verlo con su asesor. 

Una vez determinados los requerimientos de fertilización, se debe responder dos preguntas, qué y cuándo fertilizar. El qué (o sea, el tipo de fertilizante) dependerá de las condiciones ambientales a la hora de fertilizar, de la demanda de otros nutrientes y de la posibilidad de conseguir uno u otro fertilizante en la zona. 

Para responder al cuándo, se puede tomar como criterio que a partir de V5-V6 la demanda de nitrógeno crece y el cultivo está en condiciones de absorber, por desarrollo radicular, una gran cantidad del nutriente. Por lo tanto una buena práctica para disminuir pérdidas puede ser dividir la aplicación en dos, una de base, a la siembra y un complemento entre V4 y V6. 

*Ingeniero agrónomo del Departamento de Investigación de Forratec.

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