Asagir advirtió sobre los rechazos europeos al aceite argentino

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En los envíos se detecta la presencia de un insecticida en porcentajes superiores a los que tolera Europa, que ahora se provee de Ucrania. Aclaran que el aceite de mesa no contiene el producto.

BUENOS AIRES (NAP). La Asociación Argentina de Girasol, Asagir, donde se agrupan los productores, fábricas, exportadores y otros eslabones de la cadena del girasol, puso el alerta sobre el exceso de agroquímicos ya que su detección en el aceite inhibe el ingreso de los embarques argentinos a Europa, razón por la cual los países de este continente tienen ahora como proveedor de aceite de girasol a Ucrania.

El alerta no es por las aplicaciones que se hacen en el campo, sino en la poscosecha. El problema se origina en las modificaciones en los límites máximos de residuos que introdujo la Unión Europea, que en muchos casos es extremadamente bajo, de 0.01 partes por millón –que en la práctica equivale a cero-.

El producto del que se habla es el Diclorvós que no genera problemas para la salud humana porque no aparece en el girasol de mesa, ya que cuando se procesa el aceite crudo y se lo pasa a aceite refinado –el que se consume- el producto se volatiliza. Pero el problema es que la Argentina exporta el aceite crudo.

El Diclorvós (DDVP) es un insecticida fosforado de alto poder de volteo. Aunque el poder residual de este producto es bajo, la tecnología moderna permite detectarlo hasta 2 a 6 meses posteriores a la aplicación. Como la mayoría de los insecticidas, es liposoluble, es decir que luego del procesamiento, los residuos de plaguicida quedan en el aceite crudo y en una concentración aún mayor que la que tenía en los granos, lo que facilita su detección. Esto agrava las cosas, ya que con que llegue a la aceitera sólo un camión con girasol tratado se puede estropear un gran volumen de aceite.

No obstante, cuando se pasa del aceite crudo -que es lo que exporta Argentina- al refinado –que llega a la mesa de los consumidores-, el DDVP, al igual que la mayoría de los insecticidas, se volatiliza. Por lo tanto, desde el punto de vista de la salud humana no es un problema. Sin embargo, las industrias del viejo continente no quieren correr el riesgo de aparecer incumpliendo el “Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Forrajes” (RASFF, según su sigla en inglés) que se encuentra vigente en la Unión Europea y cuya información es muy difundida a través de la web.

“Ante esta encrucijada –agregó Batista-, es el tercer año que estamos trabajando en conjunto entre Asagir y el Senasa en la concientización del problema y tratando de promover en los productores y acopiadores el no uso del DDVP, mientras se sigue evaluando si tiene o no sentido la prohibición de ésta molécula”, dijo el director de Calidad Agroalimentaria del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Alimentaria (Senasa) Juan Carlos Batista.

Ucrania

En la actualidad, el girasol argentino tiene otro problema a nivel internacional, que es la fuerte competencia de Ucrania, cuya producción creció significativamente y se transformó en el principal proveedor de Europa, desplazando de ese lugar a la Argentina.

Ucrania tiene el beneficio de su cercanía geográfica a Europa y la suerte de que su clima no favorece la presencia de insectos y por lo tanto su producción de girasol no recibe tratamientos.

Argentina fue hace unos años el primer exportador mundial de aceite de girasol pero en los últimos años perdió mucho terreno –a la par también de que el girasol perdió superficie cultivada a favor de la soja- y está actualmente en el 4to lugar, detrás de Ucrania, Rusia y Turquía.

Este retroceso fue acompañado por un creciente proceso de concentración. En la actualidad la mayor parte de las operaciones de comercio exterior son acaparadas por las filiales locales de Cargill y Nidera, mientras que diez años atrás también participaban activamente del negocio Aceitera General Deheza, Bunge Argentina, Molinos, Glencore, Grupo Navilli y Vicentín. (Noticias AgroPecuarias)

 

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