Argentina pierde 16 Mns de toneladas de alimentos al año
Los productos más afectados son las frutas, las hortalizas, los tubérculos. en el caso de los granos es por los procesos de cosecha y pos cosecha .
BUENOS AIRES (NAP) Argentina, uno de los principales países productores de alimentos y con una capacidad para atender la demanda de 600 millones de habitantes, pierde al año nada menos que 16 millones de toneladas, cifra que representa el 12,5% de la producción total agroalimentaria del país.
De acuerdo a proyecciones oficiales, en 2020 la Argentina estaría en condiciones de producir alimentos para 600 millones de habitantes. Pero para alcanzar esos objetivos, este país deberá incorporar mayor tecnología en toda la cadena a fin de reducir las pérdidas.
Para revertir esa ecuación, el Ministerio de Agricultura de la Nación, a través de la subsecretaría de Valor y Nuevas tecnologías implementó el programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos, que mediante acuerdos con los sectores públicos, privados y organizaciones civiles apunten a genera los medios que permitan atender sus causas y efectos.
“Es inaceptable vivir en un mundo donde hay hambre y ver cómo se pierde o desperdicia lo producido. Implementamos esta herramienta a fin de disminuir las pérdidas y mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, como así también lograr la redistribución de aquellos alimentos aún aptos para el consumo”, explicó Pablo Morón, responsable del área de Valor y Nuevas Tecnologías de la carera agraria nacional.
Morón hace propio datos de la FAO, al asegurar que el 46 % del desperdicio de alimentos ocurre de manera significativa en los países desarrollados en las etapas de procesamiento, distribución y consumo incluso, cuando todavía son aptos para la alimentación humana.
Entre los productos con una tasa más alta de desperdicios anuales en el mundo están las frutas y hortalizas, las raíces y los tubérculos, seguidas por los cereales y el pescado, y en último lugar se ubican los cultivos oleaginosos, la carne y los productos lácteos.
Esto sucede porque los individuos no planifican sus compras, lo hacen en exceso estimulados por el marketing y la publicidad, o reaccionan de modo exagerado a las fechas de caducidad y consumo preferente de los productos, mientras que las normas de estética y de calidad llevan a los minoristas a rechazar grandes cantidades de alimentos perfectamente comestibles, aseguran desde diferentes organismos tecnológicos y privados.
El desperdicio per cápita de alimentos en Europa y América del Norte es de 95 a 115 kg/año, mientras que en el África subsahariana y en Asia meridional y sudoriental esta cifra representa sólo de 6 a 11 kg/año. En cambio, en las sociedades con mayor poder adquisitivo, se estima que la pérdida anual es de 222 millones de toneladas, cifra que casi alcanza a la producción alimentaria neta del África subsahariana (230 millones de toneladas).
En forma paralela, desde el INTA, se viene trabajando para generar más alimentos que los demandados por su población, factor que le da a la Argentina una ventaja competitiva que no puede desaprovechar. Nuestro país hoy produce la mayor cantidad de alimentos per cápita en el mundo.
INTA, el aporte tecnológico
Para alcanzar estas estimaciones, nuestro país deberá aumentar la incorporación de tecnología a fin de reducir las pérdidas en toda la cadena, desde las etapas de procesamiento, distribución hasta las de consumo. Y, en este contexto, las innovaciones desarrolladas por el INTA tienen un rol fundamental a fin de cumplir las metas establecidas.
Para el caso de los cereales, el retraso en el momento del inicio de las cosechas, las mermas por inclemencias climáticas, los daños mecánicos o derrames durante la cosecha y el deterioro en el almacenamiento son las principales causas de las pérdidas.
En cuanto a las frutas y verduras, las causas de los desechos son diversas ya sea por problemas de sanidad, cosecha fuera de término, déficit en el acondicionamiento, pérdidas naturales que son propias del proceso de maduración o la podredumbre generada por diversos patógenos en la poscosecha.
Entre los aportes se destacan las innovaciones en comunicación y telefonía celular para que el productor visualice lo que sucede en tiempo real en su campo, imágenes satelitales, sensores y modelos que permiten predecir eventos climáticos y adelantar las cosechas, sensores electrónicos para conocer las condiciones de los granos en las silobolsas, software para controlar el almacenaje en silos tradicionales.
En el Instituto investigan cómo asegurar la inocuidad y extender el tiempo de almacenamiento de frutas mínimamente procesadas, carnes y productos lácteos, sin perder los atributos sensoriales que los caracterizan y conservar las propiedades nutricionales (Noticias AgroPecuarias).
EB