Trigo: ahora se viene el problema de la calidad
La Argentina no tiene la infraestructura para segregar por nivel de proteína y gluten. Opinión.
BUENOS AIRES (NAP, por Matilde Fierro*). El trigo, cuyas variedades de ciclo largo se siembran en mayo y las cortas en los próximos meses, ha despertado expectativas desmedidas.
Se habla sobre su futuro con intensidad y algunos analistas llegan a prever que la superficie pueda crecer hasta un 50 por ciento, lo cual es casi una utopía con el estado actual de los suelos, por las inundaciones.
Es cierto también que el trigo sufrió los embates de las políticas anti-agropecuarias de la administración kirchnerista como ningún otro grano, lo que produjo una fuerte caída en la producción y el área cultivada.
Ahora que se puede exportar, porque los Roes desaparecieron y con éstos se fueron las trabas de las ventas externas, sin olvidarse que las retenciones también pasaron al olvido, el trigo enfrenta el gran desafío de recuperar mercados perdidos y de conquistar nuevos destinos.
En uno de los varios encuentros donde se evalúan las alternativas del cereal que ayudó a colocar el mote de “granero del mundo” a la Argentina, se analizó la posibilidad de segregar el trigo por su calidad y que el productor lo venda de esta manera, en relación al gluten y proteína que posee el grano.
Sin embargo, el jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindustria, Guillermo Bernaudo, reconoció en un auditorio de la Universidad de Belgrano, que todavía no está lista en el país la infraestructura para dividir, acopiar y vender por calidad y que el productor sobre todo debía encontrar una solución para esto.
Ocurre que el trigo puede tener una alta calidad, superar 13% de proteína y 32% de gluten, pero el acopiador lo mezcla con otros de inferior valor panadero, y al productor no se le reconoce el precio de la mercadería entregada que es mejor.
Segregar por calidad es la materia pendiente en el país porque el mercado internacional de trigo lo exige y el interno también.
La calidad se debe contemplar desde el origen, que es la semilla, y como no hay estructura de acopio por segregación de calidad, el productor queda depreciado en su inversión en tecnología que no se le reconoce: consigue una pérdida de identidad por parte de los acopiadores.
¿Cómo se va a solucionar esto? Recomiendan que el productor pelee el precio con un análisis previo de su trigo, pero si es bueno y no tiene capacidad de acopio para guardarlo, ninguna cooperativa lo defenderá una vez que haya entregado, sobre todo si es un agricultor de pequeña dimensión productiva. Con los grandes es diferente porque pueden acopiar y negociar.
Por su parte, Fernando Vilella, director del Departamento de Bioeconomía, Políticas Públicas y Prospectiva y miembro del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la UBA confirmó que trabaja con pares en la conformación de “un esquema” para que el trigo se separe por “calidad” en la Argentina de una vez por todas y que el proyecto es tratado con el gobierno de Mauricio Macri.
El diálogo fue en la jornada “Se recupera la producción de trigo ¿Y ahora cómo lo vendemos”, organizada por la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Belgrano.
Para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la actual campaña de trigo 2016-2017 podría tener un incremento de la superficie sembrada de 25%, por lo cual se implantarían 4,5 millones de hectáreas, una cifra similar a la barajada por el presidente de Argentrigo, David Hughes, de la entidad que agrupa a los productores trigueros.
“Con la eliminación de las retenciones y los ROEs al trigo, y la mejora en el tipo de cambio nominal, ahora tenemos expectativas más favorables para el cereal”, subrayó en el encuentro organizado por la Asociación Civil Fertilizar, Víctor Accastello, subdirector de la entidad.
En ese debate se llegó a la conclusión de que la calidad que se busca para el “nuevo” trigo argentino se dará con la fertilización “como corresponde”, tecnología que el productor dejó de lado en los últimos años para obtener un producto “forrajero”.
El presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Dardo Chiesa, estimó al respecto que sí o sí hay que discutir “un sistema de comercialización que premie la calidad” y se quejó de que hay muchos actores de la cadena, incluyendo funcionarios y hasta productores, que “no están entendiendo el problema”.
En el caso hipotético de que la producción alcance los 16 millones de toneladas, habrá que vender las 8 o 9 que sobran.
Y en este sentido para el presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Diego Hernán Cifarelli, siempre está a la mano Brasil para distintos sectores de la cadena: grano, harina y farináceos, como las galletitas, pastas frescas y secas y prepizzas, entre otros.
Además el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Crea), por nombrar algunos organismos especializados, deberían pensar cómo fortalecer al eslabón más débil de la cadena de trigo, que es el pequeño productor.
*Periodista. Responsable de la sección Agro de la agencia Noticias Argentinas, donde se publicó la nota originalmente.