Fotografía de la lechería, por el Inta Rafaela
Hasta junio de 2017. La falta de inversiones genera problemas en infraestructura y menor producción y rentabilidad de los tambos. A pesar de todo, 93% de los tamberos elige seguir con la actividad.
RAFAELA, Santa Fe (NAP). No sólo por la suba de costos y las contingencias climáticas castigaron en los últimos años a la lechería argentina. También lo hizo la falta de inversiones en capital productivo, los bajos niveles de eficiencia y problemas de infraestructura y las condiciones laborales en los tambos.
A estas conclusiones llega el informe técnico “Lechería Pampeana. Resultados del Ejercicio 2016-2017”, que publicó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
El trabajo se viene realizando desde el 2000. El último estuvo dirigido por Laura Gastaldi, quien trabaja en el proyecto “Sustentabilidad de los Sistemas de Producción de leche bovina”, bajo la coordinación Patricia Engler.
El relevamiento se realizó entre el 1 de julio de 2016 y el 30 de junio de 2017 sobre unos 190 establecimientos de la Región Pampeana y las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos, y estuvo asociado a la variable producción diaria de leche por tambo.
Mayor eficiencia
Entre sus consideraciones, el informe explica que “el moderado grado de profesionalidad en el manejo empresarial caracterizado por la baja existencia y utilización de registros de gestión y planificación, condiciones laborales no siempre óptimas, deficiencias en la infraestructura de ordeño que condicionan el bienestar animal y del trabajador (…) son algunos de los aspectos del negocio que debieran ser optimizados”.
En diálogo con Infobae, la investigadora Laura Gastaldi señaló que “la eficiencia no está directamente relacionada con la cantidad de recursos que se tengan para producir, sino en la manera en la que se administran esos recursos”. Sin embargo, destacó que “el clima es un factor que afecta a todos, independientemente de la escala o la eficiencia”.
Factor clima
Durante el período estudiado, la variable climática fue determinante debido a las consecuencias que las inundaciones dejaron en la producción lechera. El trabajo recuerda que “los eventos de lluvias muy abundantes y anegamientos afectaron de manera negativa el 60% de los tambos analizados. El 40% de estas unidades productivas estuvieron aisladas, algunas durante más de 5 días (23%). También se registró cierre temporal”.
En relación a las pérdidas, se estimó en 43% de la superficie con pasturas y 46% de la producción diaria de leche, pasando de 2.258 litros por día (l/d) a 1.323.
“Por efecto de la sequía, en muchos silos la producción de maíz es muy baja. La falta de lluvias retrasó la implantación de pasturas”, sostiene Gastaldi. Pero aclara que “cuando hacemos un análisis a largo plazo, notamos que los excesos de lluvias y las inundaciones afectan aún más que la sequía a las economías de producción”.
Para la investigadora de Rafaela, “no hay duda que los efectos de la sequía se van a notar en la producción y en las finanzas de las empresas”.
Perfil del tambo
De acuerdo a las conclusiones de la encuesta, el 63% de las empresas están constituidas jurídicamente de manera unipersonal (EU). Las Sociedades de Hecho (SH) representan 17% mientras que las Sociedades Anónimas (SA) o las de Responsabilidad Limitada (SRL) reúnen el 16% de los casos.
Respecto a la superficie total del campo de cada empresa agropecuaria, las EU trabajan en promedio sobre unas 254 hectáreas (ha), las SH 357 ha, y las SA y SRL lo hacen en 831 ha.
Pero ¿a qué actividad dedicaron el total del campo? Un 20% para agricultura comercial; 14% para ganadería; 13% para recría de vaquillonas; y 53% para la producción de leche. De esa porción, se estima que el tamaño promedio del establecimiento tambero fue de 207 ha, con mínimo y máximo en 23 ha y 1.100 ha, respectivamente.
Sobre el rodeo, el promedio de vacas adultas fue de 180, con mínimo en 23 y máximo de 953 cabezas; siendo la raza Holando la predominante con el 78%, mientras que el 22% de los encuestados mencionó cruzamientos preferentemente con Jersey.
El ojo del amo
El promedio de edad de quienes administran las empresas es de 58 años. Las dos terceras partes de los encuestados explican sus ingresos en la actividad agropecuaria. Siete de cada 10 vive en ciudades a menos de 50 km del tambo; casi el 25% vive en el campo.
El relevamiento señala que poco más de la mitad (53%) es dueño de las tierras en las que produce, mientras que el resto alquila. El precio promedio de la propiedad ronda los USD 9.500 por ha; el costo de arrendamiento, expresado en litros de leche, es de 73 litros por ha por mes.
El tambero trabaja con un equipo que promedia las cuatro personas (4,3 equivalente hombres, 46 horas semanales). La participación de la familia en la mano de obra es del orden del 42%. En los casos del personal no familiar, la antigüedad se estimó en poco más de cinco años; un 13% tiene personal con una antigüedad media superior a 15 años.
En términos de manejo y organización, resultó bajo el número de establecimientos que disponen de protocolos por escrito de tareas operativas.
Las viviendas rurales presentan condiciones regulares de habitabilidad, con casos puntuales carecen de baño (6%) o de agua caliente (10%). Sólo el 44% de los encuestados calificó de “adecuado” el estado del lugar donde viven los trabajadores.
Por otra parte, el salario promedio estuvo en torno a los $ 244.500 anuales por equivalente hombre, es decir, poco más de $ 20.300 por mes.
En relación a las instalaciones, el informe explica que el 60% de los tambos posee una antigüedad que supera o está próxima a cumplir su vida útil. Específicamente, el 12% tiene tinglados construidos hace más de tres décadas y el otro 48% promedia los 20 años. En el resto de los tambos, las instalaciones que fueron renovadas, ampliadas o levantadas después de 2015.
Productividad, rentabilidad y endeudamiento
Las ventas de leche representaron el 85% del ingreso total del establecimiento; el resto corresponde a venta de hacienda (vacas de descarte, terneros, terneras). Entre julio de 2016 y junio de 2017, el precio medio de venta estuvo en el orden de los $ 4,70 por litro.
El último registro del Ministerio de Agroindustria señaló que el productor recibió en marzo $ 5,98 por cada litro de leche, con una variación interanual del 15%.
El relevamiento del INTA recuerda que los rubros referidos a los gastos directos fueron alimentación (42%), mano de obra (26%), reposición de hacienda (14%), crianza (7%), atención del rodeo (6%), gastos de ordeñe (5%).
También se incluyeron gastos estimados de asesoramiento contable, reparación y mantenimiento de maquinarias, equipos y mejoras, tasas por hectárea, impuesto inmobiliario rural y aportes jubilatorios de socios-propietarios entre los principales.
El promedio de rentabilidad fue del -1%. La mitad de los establecimientos tuvo ganancias inferiores a 0,3%, mientras que en uno de cada cinco casos el resultado fue superior al 5% de margen positivo.
Financiamiento
De acuerdo al reporte “Lechería Pampeana 2016-2017”, el 81% de los tamberos consultados mencionó la existencia de compromisos financieros con entidades bancarias. El 5% de los productores consideró alto su nivel de endeudamiento.
La deuda promedio declarada, equivale a 2,5 ventas mensuales de leche, es decir, debe el equivalente en pesos a las ventas de lo que produce durante 75 días.
“Todo se retroalimenta”, afirma Gastaldi. “Si el productor es más eficiente, vía herramientas de manejo que incluyen control reproductivo, servicio estacionado, presupuesto financiero, gestión económica y toma decisiones en función a estas variables, todo eso va a ayudar a que el resultado productivo y de rentabilidad sea mejor”, argumenta.
“Si su situación mejora, el tambero va a tener un beneficio adicional que le va a permitir hacer nuevas inversiones y generar así un círculo virtuoso”, apuntó la encuestadora
En cambio, “si no se toman estas acciones, se desmejora la eficiencia, la empresa se desmejora cada vez más y ante una mala coyuntura climática o de precios, ese establecimiento es el primero en quedar afuera del negocio”, sentenció Gastaldi.
La continuidad
La encuesta del Inta también deja de manifiesto la intención del tambero de seguir en la lechería (93%) a pesar de ciertos riesgos inherentes a la actividad, a saber: la variabilidad climática (21%), conseguir gente responsable para trabajar (18,4%), volatilidad del precio de la leche (16,7%), incremento de costos de producción (14,4%), políticas sectoriales erráticas (13,6%), entre otros.
Es tan fuerte el apego a la actividad, que sólo uno de cada diez productores respondió que no seguiría administrando un tambo porque “alquilando se gana más y no hay riesgos”. En el hipotético caso de abandonar el oficio sería por “cuestiones personales (edad, salud, disfrutar más)” con el 35%.
Para Gastaldi, “hay que trabajar en la lechería que tenemos para mejorar la rentabilidad en un contexto de variabilidad climática y de precios. Lo que tenemos en la Argentina es potencial para ajustar recursos que ayuden a mejorar la producción, como es el caso de la mejora en los índices de carga animal, o la mejora en la nutrición de los suelos para producir más materia seca por unidad de superficie para convertirla en leche”.
La autora de la encuesta se mostró esperanzada: “Hay quienes miran a Nueva Zelanda o la lechería de California con sus sistemas intensivos. No hay modelos predeterminados. Creo que nuestro camino a seguir es ser más eficientes en lo que ya tenemos”. (Noticias AgroPecuarias)