Las razones para sembrar girasol este año

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La buena recarga del suelo y el pronóstico de El Niño ‘leve’ llevarían a incrementar su presencia en las regiones marginales, como en la provincia de La Pampa. También se esperan precios ‘firmes’.

BUENOS AIRES (NAP). El área a implantar con girasol puede incrementarse esta campaña 2018/19, sobre todo en los ambientes marginales para la agricultura que es donde aún hay tierra disponible para elevar las superficies de siembra.

Los argumentos son que el invierno transcurre inusualmente húmedo a lo cual se suma el pronóstico de una campaña de gruesa que estaría marcada por un evento de El Niño ‘débil’, es decir con probabilidad de lluvias levemente por encima de la media.

“Es en estos lugares donde el girasol tiene mucho para aportar”, afirmó el ingeniero agrónomo Mariano Fava, quien asesora a productores en la provincia de La Pampa. El especialista aportó además que “la campaña pasada la oleaginosa tuvo una excelente performance, por lo que se espera que aquellos que tuvieron buenos resultados con el cultivo reincidan, incluso aumentando el área”.

Respecto de las cuestiones del mercado, Fava dijo que “las noticias de países competidores de Argentina en el mercado mundial del girasol atraviesan algunos inconvenientes climáticos, lo que hace pensar que las cotizaciones estarán firmes”.

Recomendaciones

Fava publicó en El Diario de La Pampa una serie de consejos agronómicos para encarar el cultivo de girasol, partiendo de definirlo como una planta que posee una gran plasticidad vegetativa y reproductiva.

“Si conocemos las distintas etapas de su crecimiento y los momentos en que va definiendo los componentes del rendimiento (número de granos por metro cuadrado, peso de los granos y concentración de materia grasa) podemos tomar decisiones (fecha de siembra, ciclo del híbrido, etc.) que permitan incrementar la producción”.

“Un aspecto de superlativa importancia es conocer el período crítico del cultivo, es decir el ciclo ontogénico del girasol en el cual un estrés, ya sea biótico o abiótico, afectará el rinde. Conociendo el momento de ocurrencia del estrés podremos hacer que el mismo coincida con una fecha en la que disponemos del mejor ambiente posible para el sitio en cuestión”, ilustró el ingeniero agrónomo.

El ciclo del girasol se divide en cuatro fases: Siembra-emergencia; Emergencia-iniciación floral; Iniciación floral-floración; y Floración-madurez fisiológica. Fava analizó cada uno de esos momentos:

Los factores ambientales que controlan dichas fases son la temperatura (en todas ellas) y el fotoperíodo (en algunas de ellas).

En la fase 1 (siembra-emergencia) la temperatura es el factor más importante, la temperatura óptima de germinación es de 26ºC, con un rango de temperatura máxima de 40ºC y mínima de entre 3 y 6ºC. Otros factores que afectan esta etapa son las condiciones hídricas del suelo, la profundidad de la siembra y la calidad de la semilla (poder germinativo, viabilidad, vigor de plántula).

La fase 2 (emergencia-iniciación floral) comienza con la emergencia de plántula y finaliza cuando el ápice de la planta (la punta) deja de producir hojas y empieza a producir estructuras que se convertirán en flores, para decirlo de una manera sencilla. Aquí se define la capacidad potencial del cultivo de producir área foliar, quedando definido el número de hojas, paralelamente se inicia la expansión de las mismas. En la región pampeana esto ocurre cuando tenemos alrededor de 6 hojas expandidas (20-30 días después de la siembra). La duración de esta etapa es menor, a medida que tenemos mayor temperatura y radiación. Este es uno de los principales inconvenientes para tener plantas de buen porte en siembras de segunda de girasol, por ello se recomienda aumentar un 20% la densidad de siembra respecto de una fecha de implantación normal, para compensar en parte el menor desarrollo del porte de planta.

La fase 3 (iniciación floral-floración) comienza con la aparición de los primeros primordios florales en el ápice (la punta de la planta) y culmina con la antesis (apertura) de las primeras flores, en la periferia del capítulo (al borde de la “cabeza del girasol”). A mayor temperatura, mayor diferenciación de flores, pero se acorta el tiempo de duración de la fase. Al final de la misma, queda fija la cantidad potencial de granos por capítulo, pues cada flor es un posible grano. Esto ocurre en nuestro lote alrededor de 35 a 45 días desde la siembra. La temperatura óptima para lograr el mayor número de flores está en el rango de 20-30ºC.

La fase 4 (floración-madurez) comienza con la antesis (apertura) de las primeras flores alrededor del capítulo (cabeza del girasol), y finaliza con la madurez fisiológica, es decir, cuando los granos alcanzan su máximo peso seco, en otras palabras la planta no los “llena más”.

Debemos resaltar que el componente de rinde más importante es el número de granos por unidad de superficie. El momento del ciclo del cultivo en el cual esto se define es alrededor de 30 días antes y 20 días después de la antesis, es decir la apertura de las primeras flores. Cualquier estrés que tengamos en este momento (agua, nitrógeno, radiación, maleza, insectos, etc.) lo pagaremos con menor producción.

De segunda

Respecto de este manejo del cultivo, Fava advirtió que “este tipo de experiencias no son tan exitosas. Los atrasos en las fechas de siembra disminuyen hasta un 40% el rinde potencial, por el efecto de menor radiación interceptada acumulada durante el cuaje y llenado de granos, esto ocurre porque hacia final del verano tenemos una menor radiación incidente, y además, por una mayor tasa de senescencia de hojas.

Un modo “mejorar esta performance” sería con un aumento de la densidad de siembra, acompañado del empleo de materiales rayados, que en general corresponden a germoplasmas algo más insensibles al fotoperíodo.

“Adicionalmente debemos presupuestar un buen protocolo de nutrición del cultivo, ya que al ser plantado sobre el rastrojo de una especie recientemente cosechada no ‘le damos tiempo’ al suelo para que recupere nutrientes vía la mineralización de la materia orgánica, así la única fuente rápidamente disponible de minerales con la que contará el cultivo es la fertilización”, indico.

El fertilizante empleado deberá contemplar los tres macronutrientes principales que son nitrógeno, fósforo y azufre. Luego, si el estado general del cultivo lo amerita, una fertilización foliar con boro, zinc y promotores de crecimiento podría ser de mucha ayuda para elevar el rinde.

Fava aseguró que estas recomendaciones funcionan tanto para el girasol tradicional como para las diferentes especialidades del cultivo (alto oleico, alto esteárico y confitero).

“Para la presente campaña se espera un aumento del área plantada con girasol. El único factor bajista en la provincia de La Pampa está representado por las palomas medianas, que si bien afortunadamente las últimas zafras no han generado daños importantes, siempre está latente la amenaza, y falta información para predecir el comportamiento de las poblaciones de torcazas”. (Noticias AgroPecuarias)

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