China se convirtió en uno de los principales jugadores de la escena internacional
Argentina precisa definir una estrategia de inserción internacional en la que China tenga un rol protagónico. La agroindustria puede constituirse en una plataforma para avanzar en ese vínculo bilateral.
BUENOS AIRES (NAP, informe especial) Con un crecimiento de las compras agroindustriales a una tasa anual del 16 por ciento, China alcanzó en 2018 más de 120 mil millones de dólares de importaciones y pasó a ser el segundo importador mundial, fue la principal conclusión de un estudio realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Fundación INAI
El gran desafío del gigante asiático es abastecer una demanda creciente con recursos limitados, ya que debe proveer alimentos a casi el 20% de la población mundial y posee sólo con un 7% del agua y un 10% de las tierras cultivables del mundo.
Esta tensión entre oferta y demanda de alimentos dio lugar a una serie de cambios en su política agrícola. La autosuficiencia (del 95% en granos y total en trigo y arroz) como medio para garantizar la seguridad alimentaria continúa siendo el centro de su estrategia, aunque en los últimos comenzó a reconocerse el rol creciente del comercio internacional.
El foco de las políticas se fue modificando, flexibilizando algunos objetivos además de incorporar nuevos orientados a la modernización agrícola y la sustentabilidad y la eficiencia en el uso de los recursos naturales. En los últimos años, Brasil pasó a liderar el ranking de proveedores de China, desplazando a EE.UU.
Pese a que China se convirtió en uno de sus principales socios, Argentina, en cambio, perdió posiciones en el mercado chino debido a un desempeño más pobre que el del resto de sus competidores.
El contexto actual parece favorable para una profundización del vínculo bilateral, por la voluntad expresada por China, de avanzar en su relacionamiento con América Latina, por la oportunidad de la coyuntura, dadas las consecuencias de la guerra comercial y la peste porcina.
Para ello, Argentina precisa definir una estrategia de inserción internacional en la que China tenga un rol protagónico. La agroindustria puede constituirse en una plataforma para avanzar en ese vínculo bilateral, presentándose como un proveedor confiable de alimentos y tecnología agrícola.
El acercamiento debería ser regional, a través del Mercosur e, incluso, en conjunto con los países de la Alianza del Pacífico.
Un acuerdo comercial, con centro en el sector agroindustrial y que contemple las sensibilidades argentinas, puede ser una buena alternativa para afianzar la relación; trayendo tanto beneficios económicos, a través del incremento de exportaciones de productos identificados con potencial o de inversiones en áreas estratégicas, como institucionales: consolidando el acceso a mercado conseguido mediante el aprovechamiento de las oportunidades de la coyuntura, permitiendo establecer reglas de juego claras a nivel bilateral/regional y sentando las bases para la cooperación en el marco multilateral (Noticias AgroPecuarias).