Los nuevos vinos de la Patagonia Austral
En Chubut del lado de la cordillera, un grupo de enólogos y emprendedores comenzó a elaborar cepas blancos y algún merlot. Hoy tienen IG.
BUENOS AIRES (NAP). La vitivinicultura patagónica para muchos es sinónimo de Alto Valle de Río Negro y San Patricio del Chañar, en la provincia de Neuquén.
Sin embargo, durante los últimos 15 años un puñado de productores comenzó a explorar nuevos terruños mucho más al sur, allá por el paralelo 42, en la provincia de Chubut.
Actualmente, la audacia y el esfuerzo de estos viticultores se traduce en una decena de viñedos atomizados en la geografía chubutense, que dan vida a vinos muy singulares para la escena enológica argentina.
La nueva Patagonia del vino
El primer capítulo de la vitivinicultura austral lo escribió Bernardo Wienert, bodeguero de Mendoza que en su casa de veraneo en El Hoyo de Epuyén, maravilloso paraje de la Patagonia andina, comprendió que se encontraba a la misma latitud que la Borgoña. Fue entonces que en 2000 decidió plantar un viñedo de cepas blancas y Merlot en condiciones nunca exploradas por la vitivinicultura argentina.
Aquí, la menor altura de la Cordillera de los Andes permite que los vientos del Pacífico desciendan húmedos y frescos por los faldeos de montaña de modo que el régimen de precipitaciones se ubica entre los 600 y 1000 mm anuales y las temperaturas son frías durante gran parte del año.
Con mínimas de hasta -12°C en invierno, el verano también puede plantear jornadas bajo cero. Es por eso que las heladas son un peligro latente que lleva a los productores a utilizar sistemas de aspersión de agua para combatir los frentes de aire fríos, como sucede en Canadá y Alemania.
Los suelos, ricos en materia orgánica, exigen limitar el vigor de las plantas para obtener frutos de calidad aunque, gracias a la pendiente y estructura limo franco arenoso y pedregosa, el drenaje es muy bueno.
Lógicamente, los resultados se hicieron esperar pero valieron la pena y lentamente algunos vecinos siguieron sus pasos, como Pedro Adamow, quien elabora un exquisito Sauvignon Blanc. A pocos kilómetros, pero en la provincia de Río Negro, Camilo de Bernardi es el único viticultor de El Bolsón que se luce con un Pinot Noir con aires de la Borgoña.
Trevelin, la última IG de Argentina
En 2012, la vitivinicultura también despertó interés en Trevelin, una comarca andina en el paralelo 45 recostada sobre la Cordillera de los Andes. Fueron Nanty Fall y Contra Corriente, dos emprendimientos turísticos de la zona, los primeros en plantar vides a 350 metros de altura.
Más tarde, en 2015, Casa Yagüe se sumó a este cluster de productores quienes en 2019 lograron el status de Indicación Geográfica (IG) para Trevelin.
“Los vinos de Trevelin tienen un perfil único en Argentina. Estamos en una zona marginal para la producción por las heladas y el viento. Esto lo vemos en vinos de acidez alta pero balanceada al paladar y baja graduación alcohólica, sin por eso no ser intensos y con aromas que siempre resaltan la frescura”, explica Sofía Elena, encargada de los vinos de Contra Corriente.
Con un régimen de precipitaciones superior y un frío marcado, este terroir resulta más extremo que el de la comarca del Paralelo 42 y alcanzar la madurez de los frutos es un desafío cada año.
Por esto, las bodegas apuestan principalmente a cepas blancas como Chardonnay, Sauvignon Blanc, Riesling, Gewürztraminer y a lo sumo Pinot Noir. Con estas uvas hoy se destacan vinos de frescura vibrante y acidez filosa, como los Chardonnay y Sauvignon Blanc de Casa Yagüe, y los Chardonnay 2018, Pinot Noir y Gewürztraminer de Contra Corriente. Nanty Fall resalta con sus pruebas de Riesling y Pinot Noir. En paralelo, todos se encuentran explorando la posibilidad de elaborar espumosos.
El viñedo más austral del mundo
Los nuevos viñedos de Patagonia no solo se encuentran al pie de la montaña; de hecho, los más australes están ubicados en plena estepa, donde el clima puede ser tan seco y soleado como en Cuyo.
Se trata de los viñedos de la bodega Otronia, situados en Capitán Sarmiento, a 45º de latitud sur. Esta otra cara de la vitivinicultura de Chubut se desarrolla en un clima árido y extremadamente ventoso, con los mismos riesgos de heladas que castigan en la montaña.
Sin embargo, de la mano del flying winemaker Alberto Antonini y del mendocino Juan Pablo Murgia, Otronia trabaja con Gewürztraminer, Pinot Grigio, Chardonnay y Pinot Noir, uvas con las que elabora un exquisito Blend de Blancas y varietales con las cepas clásicas de Borgoña, además de un fresquísimo sparkling de método tradicional. Los más destacados de ellos son, al día de hoy, Otronia Blend de Blancas 2017, 45 Rugientes Pinot Noir 2018 y Otronia Chardonnay 2019.
“Estar tan al sur nos asegura un promedio de temperatura de 11°C, es decir frío, y es el factor más relevante. Esto repercute en el carácter único de los vinos, con una acidez natural importante que nos ayuda a conservar una aromática profunda y pura, además de equilibrio y fineza para los Pinot Noir y Chardonnay”, explica Murgia.
Cuestiones de origen
Hasta el año pasado, los vinos de Chubut se etiquetaban principalmente bajo el amparo de la Indicación Geográfica Patagonia que aplica a todos los valles irrigados de la región. Sin embargo, a partir de agosto de 2019, Trevelin logró su propia Indicación Geográfica, mientras que el resto de estos lunares productivos están en vías de conseguir el mismo status para sumar nuevos orígenes y estilos al mapa vitivinícola argentino. (Noticias AgroPecuarias)
*Publicado en WinesofArgentina.com