La economía está en una situación crítica desde hace décadas y en ese marco el sector productivo se desenvuelve, por eso se requieren señales claras y que fomente el crecimiento del sector y del país.
El esfuerzo de crecer
BUENOS AIRES (NAP, por Daniel Urcía*) Hemos iniciado abril y lejos de despejar dudas con señales claras, que impulsen las decisiones de inversión en la actividad pecuaria, comercial e industrial, continúan las dudas sobre posibles intervenciones o regulaciones al comercio.
El anuncio del Presidente del inicio de negociaciones con Méjico para que la carne argentina pueda volver a ingresar en ese Mercado y la presentación de la Agenda de Trabajo de Cancillería esta semana, fueron claras señales de una decisión de Gobierno de fortalecer la actividad productiva y exportadora de carnes, pero, luego aparecieron expresiones de otros funcionarios que ponen en duda que realmente ése sea el verdadero espíritu de la gestión de Gobierno.
Hemos sostenido insistentemente desde este espacio que la mejor forma de ayudar al país y a nuestros conciudadanos es aumentando la producción y para eso se necesita generar el ambiente de inversión que permitirá luego generar empleo.
Para construir ese ambiente de inversión se necesita dar señales claras e inequívocas, el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) se viene trabajando desde hace casi un año, sin mayores avances en lograrlo.
Si las señales claras no aparecen, entraremos en un letargo que no ayudará a la recuperación del país, cada uno buscará salvarse individualmente, sin darnos cuenta que el final es el empobrecimiento de todos.
La economía está en una situación crítica desde hace décadas y en ese marco el sector productivo se desenvuelve, la pandemia mundial no hizo otra cosa que agregar otro factor de presión, agregó costos a los ya numerosos factores que se deben hacer cargo.
Para construir un ambiente de inversión se necesita dar señales claras e inequívocas.
Indudablemente la única forma de recuperar el gasto es a través de los precios de venta.
Aun cuando decimos que producir en Argentina es caro, por la presión fiscal y la escasa competitividad, debemos decir también, que las carnes en Argentina son las más económicas de la región y eso permite que los argentinos ostentemos el mérito de ser los mayores carnívoros del planeta.
En este contexto de precariedad institucional, económica y social, flaco favor le hacen al país cuando algunos analistas sensacionalistas salen a decir que tenemos “el menor consumo de carnes del siglo”.
Esos títulos, está claro, preocupan a intereses políticos y generan sobreactuación. El argentino promedio en 2020 aumentó el consumo de carnes. Hay que comprender que el argentino del siglo XXI prefiere una dieta diversificada de carnes, el consumo de carne avícola y de carne porcina está instalado por precios y por preferencia de los consumidores y, por ende, aunque nos pese, el único consumo que va a disminuir es el consumo de carne vacuna.
Ahora, ¿los mecanismos de medición de precios, están diseñados para acompañar y reflejar los cambios de hábitos de la sociedad?
El mercado doméstico está muy bien abastecido de todas las carnes y los precios son el reflejo de oferta y demanda en su expresión más trasparente de competitividad.
Las regulaciones con objetivo de pretender intervenir en su composición lamentablemente solo conseguirán generar distorsiones, fomentar marginalidad y disminuir la producción.
En esta semana y pese al clima de incertidumbre, el sector arribo a un acuerdo con la Federación de la Carne acordando la actualización paritaria hasta el mes de Diciembre con un importante aumento del 15% entre Abril y Mayo. Demostramos así nuestro compromiso para asegurar el trabajo y el normal abastecimiento al mercado (Noticias AgroPecuarias).