Control de plagas en invierno ¿cómo lograr aplicaciones de calidad?
Las condiciones climáticas invernales dificultan las aplicaciones. Aapresid consultó a expertos que dan recomendaciones para lograr seguridad y efectividad en ese momento del año.
ROSARIO (NAP) Con la llegada del invierno se crean las condiciones más favorables, como las bajas temperaturas y elevada humedad para facilitar la aparición de diferentes plagas que pueden afectara a los cultivos de invierno.
En ese sentido la Red de Manejo de plagas de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa preparó un trabajo en el que deja una serie de recomendaciones que el productor deberá tener en cuenta a la hora de realizar las prácticas de aplicación de fitosanitarios para controlarlas.
La REM de Aapresid apuntó que cuando se decide realizar un control químico, es fundamental conocer los puntos críticos para optimizar los procesos. El mayor porcentaje de la eficiencia está explicado por la calidad de esa aplicación.
Al momento de aplicar, deben considerarse aspectos como las condiciones y la calibración del equipo, el tipo de producto y dosificación, experiencia del operador, las características de las plagas a controlar, el cultivo a aplicar, las condiciones climáticas, entre otras.
En cuanto a las condiciones ambientales y biología de las especies a controlar, se debe comprender en detalle cómo la calidad de las aplicaciones es afectada por las mismas.
Particularmente durante el invierno se dan situaciones en las que se conjugan baja temperatura y humedad ambiental, lo que, sumado a condiciones particulares de las plagas en ese momento, hacen que debamos extremar recaudos e implementar estrategias para lograr aplicaciones exitosas.
El Programa REM dialogó con cuatro referentes en la temática sobre los aspectos a tener en cuenta para conseguir aplicaciones de calidad en invierno.
Punto de partida: calidad del agua y homogeneización de la mezcla
Los especialistas coinciden en que el primer aspecto a considerar es la calidad del agua que iniciará la mezcla, que estará determinada por su dureza (expresada por el contenido de calcio y magnesio), y por el pH y turbidez.
Si se desconocen estos parámetros se deberá tomar una muestra representativa del agua que se usará para pulverizar y enviarla a un laboratorio para analizar al menos su PH y dureza en ppm de CaCO3.
Lihuel Sartini, asesor privado de calidad de aplicación, explica que valores altos de dureza del agua, sólidos en suspensión, turbidez o materia orgánica afectan a la mezcla de los productos fitosanitarios y, pueden provocar una inactivación de los principios activos.
Por otra parte, valores inadecuados de pH perjudican la solubilidad de esos activos y afectan su vida media, ya que generan hidrólisis o ruptura de las moléculas si la mezcla queda en rangos muy ácidos o alcalinos. El pH óptimo va a depender del principio activo, pero en general ronda entre 4 y 6.
Si la dureza está por encima de los valores aceptables para un agua de buena calidad (más de 150 ppm de CaCO3 disuelto), se la debe corregir con coadyuvantes correctores de agua de calidad y que tengan en lo posible incorporado un buffer que amortigüe las grandes variaciones que puede haber en el pH, advierte Nicolas Komorosky, técnico de Rizobacter.
Pedro Platz, de la Facultad de Balcarce (UNMDP), recomienda que antes de avanzar con la prescripción de la mezcla recomendada es muy importante “leer los marbetes donde se detalla qué consideraciones hay que tener en cuenta”. Allí se especifican restricciones, incompatibilidades e incluso orden específico en las mezclas.
Con temperaturas menores a los 8 ºC, la probabilidad de incompatibilidad física del caldo aumenta, indica Sartini. Y recomienda prestar especial atención a la fuente de obtención del agua, ya que cuando se trabaja con agua obtenida de los tanques australianos puede haber grandes variaciones temperatura, contrariamente a lo que ocurre en aguas tomadas directamente de pozo.
Para Platz, es importante aclarar al Operario que va a realizar la mezcla que comience con un tanque lleno de agua limpia (al menos ¾) y que ponga a funcionar los agitadores.
Para el cálculo del agua del tanque, Mariano Luna del INTA Pergamino, recomienda además tener en cuenta la cantidad de agua que se utilizará para hacer el triple lavado de los bidones de fitosanitarios empleados.
Luego, si fuera necesario, se deberán agregar los correctores de agua, dejando transcurrir un mínimo 15 minutos para que actúen. En invierno, “las bajas temperaturas afectan o retardan las reacciones químicas.
En ese sentido, se recomienda dejar transcurrir unos minutos más”, aconseja Platz. A posteriori, completa Luna, se adicionan los productos desde los que más agua requieren para su hidratación o disolución (p. ej. gránulos dispersables, polvos mojables), hacia los que menos agua requieren, que generalmente son los líquidos solubles.
Se deberá garantizar una óptima agitación. Para ello es necesario contar con una bomba en el equipo de aplicación que genere el caudal de asperjado necesario.
A su vez, contar con un caudal adicional de un 5% del volumen del tanque para productos líquidos y un 13% para polvos mojables, más un 20% extra por problemas de desgaste, detalla Platz.
No obstante, para saber si se logra un caldo homogéneo y estable a lo largo del tiempo los especialistas sugieren, previo a la aplicación, hacer una prueba de compatibilidad a escala con los mismos productos y agua que se aplicará en el lote En caso de observarse irregularidades, se podrá entonces ajustar la mezcla, ya sea cambiando el orden de mezclado, los productos, o la marca comercial de algún producto (Noticias AgroPecuarias).