La sequía complica la situación de la ganadería en gran parte de la Argentina
El impacto de la sequía se reflejará en una menor terminación de la hacienda, afectará los destetes y requerirá mayor esfuerzo para sostener los bajos pesos de faena.
BUENOS AIRES (NAP) El arranque de 2022 parece complicar la situación de la ganadería en gran parte del país, producto de la sequía que se hace sentir con fuerza y que promete seguir así, al menos hasta comienzos de otoño.
Lo cierto es que vastas zonas productoras del país sumado a las altas marcas térmicas que se vienen registrando, podría terminar de agudizar la actual escasez de hacienda, condicionando a su vez la recuperación de la oferta hacia el mediano y largo plazo. En la segunda quincena de diciembre de 2021 se evidenció un cambio drástico en las condiciones climáticas.
Un informe de Rosgan planteó la situación: las lluvias se cortaron abruptamente y las temperaturas comenzaron a trepar hasta superar los 40°C, situación que se sostuvo por varios días de manera ininterrumpida provocando un severo estrés térmico tanto en los cultivos como en el ganado.
Este escenario afectará en el corto plazo, sino que también condiciona aún más la capacidad de recuperación de oferta ganadera para los ciclos venideros.
En el corto plazo, en algunas zonas -especialmente en el norte del país- ya se están realizando destetes anticipados para aliviar a las vacas en lactancia, pero también, se está dando salida a muchos vientres sin posibilidad de subsistencia en un contexto como el actual.
Esto no solo redundará en la obtención de terneros más livianos, sino que, de generalizarse, podría determinar una zafra menos concentrada en los meses pico.
A su vez, ante los elevados precios que registra el ternero, es esperable que el criador tienda a desprenderse de otras categorías de hacienda, reteniendo la invernada, lo que podría llevar a una zafra aún más aplanada de lo que se vio en los últimos años.
Este escenario tampoco le es ajeno a la hacienda de consumo. También es probable ver una mayor salida de
novillitos y vaquillonas destinadas a consumo que, hasta el momento encontraban en la recría pastoril una alternativa más accesible ante el encarecimiento del grano.
Esta seca seguirá presionando al alza el precio del grano y, de prolongarse como se prevé hasta finales de marzo, podría terminar agotando anticipadamente la oferta forrajera disponible, así como las reservas programadas para transitar el invierno.
Este efecto, de concretarse, recién se vería plasmado en el mediano plazo, siendo la alternativa que con menor urgencia adoptaría el invernador, pero que sin dudas se reflejará en una menor terminación de la hacienda.
El 2022 no será el año en el que comencemos a recuperar nivel de oferta.
Si bien a nivel zafra de terneros no se espera una situación tan restrictiva como la vista el año pasado -donde se perdieron más de 650 mil animales- tampoco se espera una variación significativa en número de terneros
destetados.
Lo que sí podría verse afectada es la condición de esos destetes, lo que redundará en un mayor esfuerzo para sostener los ya bajos pesos de faena que se vienen registrando en relación a otras ganaderías vecinas (226kg contra 250 a 260kg de países como Uruguay o Brasil). En concreto, el 2022 no será el año en el que comencemos a recuperar nivel de oferta.
Hacia el largo plazo, ya pensando en las zafras de terneros de 2023 e incluso de 2024, es donde vemos una importante restricción en el nivel de oferta.
Los servicios que aun hoy se están dando en muchas zonas ganaderas, sin dudas se verán afectados por este contexto climático.
En los últimos años se esta dando un corrimiento de los servicios puesto que, con inviernos
más severos y primaveras tardías, la condición corporal de las vacas demanda más tiempo en recuperarse y la curva de servicios naturalmente tiende a prolongarse.
Las condiciones de extrema sequía y fuerte estrés térmico que se han estado registrando desde mediados de diciembre muy probablemente terminen entregando menores tasas de preñez y, por ende, un menor destete de terneros en 2023.
Las tasas de procreo y posterior destete, algo que en el último año solo alcanzó el 62% y en los últimos 10, apenas logra promediar un 63%.
A su vez, de la severidad de esta seca dependerá también la cantidad de vientres que lleguen al próximo servicio.
De acuerdo a las ultimas resoluciones publicadas por el gobierno, la llamada vaca conserva -correspondiente a categorías D y E, según tipificación- es una de las pocas categorías que goza de la liberación total para ser exportada y sobre la cual la industria presionará para recuperar niveles de ocupación de su capacidad instalada.
En un contexto de buenos precios para la vaca de refugo y ante la inminente necesidad de liberar los campos, es muy probable ver una nueva fase de extracción de vientres que, dependiendo de su intensidad, podría condicionar la capacidad de producción del próximo ciclo.
Muy probablemente, cuando conozcamos los datos de stock ganadero a fines de diciembre de 2021, veamos
finalmente estabilizarse o incluso crecer muy levemente el número de vacas. Sencillamente la extracción o faena de vacas disminuyó notablemente durante el último año (unas 300 mil vacas menos en 2020), esto en parte forzada por las restricciones impuestas a la exportación y en parte, por haber concluido ya una fase de depuración de vientres improductivos que se evidenció muy claramente en la extracción de los últimos dos ciclos, 2019 y 2020.
Sin embargo, este indicador no representa por sí solo una señal de recuperación del stock, puesto que estos vientres en producción deben lograr sostener o incluso mejorar las tasas de procreo y posterior destete, algo que en el último año solo alcanzó el 62% y en los últimos 10, apenas logra promediar un 63%. Nuevamente, tasas aun muy retrasadas respecto de otras ganaderías desarrolladas.
Mejorar esta base, sin dudas permitiría, amortiguar mucho más los efectos adversos a los que nos exponen años como los actuales, en lo que el factor climático juega su gran partido. (Noticias AgroPecuarias)