Los nuevos desafíos para la ganadería ovina
El mercado internacional sube la vara de las exigencias para la producción de carne y lana. En ArgenCarne, el centro del debate fue acerca de lo que pueden hacer los productores argentinos para no quedarse en el camino.
VIEDMA, Río Negro (NAP) Las novedades en el manejo, tecnología y tendencias del mercado ovino, fueron algunos de los temas abordados por el el méd. vet. Andrés La Torraca, del INTA Trelew, quien puso el acento en la importancia de la realización de una producción sostenible basada en el bienestar animal.
La presentación del Dr. La Torraca se concretó en la Carpa Ovina, que forma parte de la IIª Edición de la muestra Argen Carne, que desde este viernes se desarrolla en el Vivero Forestal Expo Idevi, cerca de la ciudad de Viedma, Río Negro.
m En la Carpa de Ovinos se congregaron los productores interesados en interiorizarse acerca de . Para ello,
“La ganadería ovina es estratégica para el desarrollo de la Patagonia, porque implica arraigo, es una importante fuente de trabajo y tiene un gran potencial para crecer, pero es es fundamental la incorporación de buenas prácticas a través de una planificación integral de todo el negocio”, subrayó La Torraca.
A nivel internacional, el mercado tracciona por la adopción de manejos que permitan obtener certificaciones como “orgánica” o “RWS” (Responsable Wool Standart). Con estos sellos se pueden pagar sobreprecios entre un 5% y un 10% más. “Cumplir con estos estándares en la lana, trae beneficios que son extensibles a la carne”, señaló.
“El desafío es iniciar el camino de las buenas prácticas ganaderas, esto es, tener manejo planificado del pastizal natural, un plan de alimentación y nutrición, planificar las labores con los animales como la esquila preparto, la parición, la señalada, el destete, los arreos e incluso las instalaciones para evitar lesiones y, debe haber un plan de manejo sanitario, y de la fauna y predadores”.
Al respecto, Pablo Cáspero, del INTA Bariloche, contó la experiencia del uso de perros guardianes del ganado como un modo de proteger a las ovejas de pumas, zorros y otros predadores.
“La protección de ganado mediante el empleo de perros es una práctica casi tan antigua como la ganadería. Se inició hace unos 6 mil años en la región que hoy comprende Siria, Turquía e Irak. Sin embargo, en la Patagonia argentina el uso de razas protectoras de ganado ha sido incipiente”, explicó.
En ese sentido Invitó a los productores que quieran incorporar estos perros para cuidar a sus majadas a consultar el protocolo elaborado por el INTA para hacer más eficiente su labor.
Andrés Caetano, de AER Ing. Jacobacci y Rocío Alvarez, de AER Los Menucos, expusieron acerca de las experiencias de comercialización asociativa de carne ovina.
Al respecto señalaron que los pequeños productores suelen realizar las ventas de modo informal, y son unos pocos los que acceden a una planta de faena o a carnicerías para comercializar. Esto trae como consecuencia que haya baja escala comercial y productiva, atomización de la oferta e incremento de las pérdidas. El hecho de que haya un vasto territorio en la Patagonia implica costos logísticos, ineficiencia en los recursos naturales, y falta de acceso a la información.
Los técnicos del INTA mostraron cómo están trabajando en un protocolo de comercio de carne ovina en forma conjunta que permita superar esas ineficiencias y permita a los pequeños productores entrar al mercado formal. Pusieron como ejemplo el trabajo que ya están realizando con ocho organizaciones, siguiendo los puntos estipulados en este protocolo, como la planificación de las ventas, estrategia comercial, registro de los participantes por categorías, fecha y cantidad de animales, y conformación de precios.
Ese trabajo contempla también las labores que cada productor debe realizar a campo, como selección, condición corporal base, peso vivo base, trazabilidad, control de peso vivo y faenado, y condiciones del establecimiento: sin neneo, sin flechilla, sin sarna ni uso de químicos.
“El impacto de la aplicación de un esquema intercooperativo se siente positivamente en varios aspectos: permite el ingreso al mercado formal, fortalece los procesos socio organizativos, concentra e incrementa la oferta, posiciona a la carne como producto de calidad, desarrolla canales comerciales, desestacionaliza los ingresos brutos de los productores, facilita la reducción de la carga animal y promueve la incorporación de innovación tecnológica”, subrayó Caetano.
“Eso sí, no hay que pensarlo como negocio para un año, porque es un cambio a largo plazo. Y se debe contemplar al comprador como un socio, porque es parte del sistema productivo. También hay que establecer alianzas con los nodos de consumo, que son fundamentales para cerrar la cadena”(Noticias AgroPecuarias).