Alimentos: Pérdidas y desperdicios, un desafío global para la seguridad alimentaria
Y la sostenibilidad. La FAO estima que “un tercio de los alimentos producidos globalmente para consumo humano, aproximadamente 1.3 mil millones de toneladas, se pierde o desperdicia cada año a lo largo de la cadena de suministro de alimentos”
(NAP, por Alejandra García Sifontes*P,) A nivel global más de 700 millones de personas se encuentran en situación de vulnerabilidad especialmente en términos de seguridad alimentaria.
Las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos (PDA) representan un desafío que concierne tanto a hacedores de política como a los consumidores, exigiendo así un esfuerzo coordinado para la atención de este problema global.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incluye un llamado a la acción y a la concientización sobre las PDA, principalmente en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) N.12: Producción y Consumo Responsables.
En particular, la meta 12.3 establece que para 2030, se debe “reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”. Los países se han comprometido a tomar medidas y acciones específicas para cumplir esta meta.
Es importante señalar que la diferencia entre los términos “pérdidas” y “desperdicios” de alimentos, está relacionado con el momento en que ocurren.
Parfit et.al (2010) define las pérdidas de alimentos como la reducción en la cantidad y calidad de los alimentos destinados al consumo humano, lo que sucede en las primeras etapas de la cadena de suministros, como la producción, la postcosecha y procesamiento.
Por otra parte, los desperdicios de alimentos ocurren en las últimas fases de la cadena y están asociados a prácticas de los minoristas y consumidores, donde se desechan alimentos que, aunque son comestibles o aptos para el consumo, no se utilizan, ya sea de manera intencionada o no.
En la etapa de producción, las pérdidas están asociadas a factores como cosechas prematuras, condiciones climáticas adversas, y técnicas inadecuadas de manejo de cosecha y postcosecha, entre otros.
Además, condiciones inadecuadas de almacenamiento y una logística ineficiente en el procesamiento y transporte también contribuyen a las pérdidas alimentarias.
Por otro lado, los desperdicios están vinculados a conductas de los consumidores, tales como la preferencia por alimentos que cumplan ciertos estándares estéticos, compras excesivas, y prácticas inadecuadas de almacenamiento en los hogares.
A pesar de la limitada disponibilidad de datos sobre PDA, debido a la complejidad de su medición y recolección, el informe Perspectivas Agrícolas 2023-2032 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que cada año se pierde el 14% de los alimentos producidos a nivel mundial, lo que equivale a aproximadamente USD 400,000 millones.
Estas pérdidas ocurren a lo largo de la cadena de suministro, desde la fase de cosecha hasta la distribución para el consumo final. Además, se calcula que un 17% de los alimentos se desperdicia en el mercado minorista y en los hogares.
Cabe destacar que la meta 12.3 de los ODS incluye dos indicadores específicos para monitorear su progreso: la FAO es responsable del Índice de Pérdidas de Alimentos, mientras que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) gestiona el Índice de Desperdicio de Alimentos.
La FAO estimó que, en 2020, a nivel mundial se perdió el 13.3% de los alimentos producidos. Esta cifra incluye las pérdidas que ocurren desde la postcosecha en las granjas hasta la etapa previa a la venta minorista. En América Latina y el Caribe, este porcentaje asciende al 12.3% para el mismo año.
Por su parte, el reporte del PNUMA (2021) señala que, en 2019, se generaron más de 900 millones de toneladas en desperdicios de alimentos, de los cuales el 61% ocurrió en los hogares, seguido por un 26% en servicios alimenticios (incluye restaurantes y cafeterías, catering, escuelas de cocina, entre otras) y un 13% en la venta minorista (figura 3).
Esto nos invita a reflexionar sobre uno de los principales desafíos en materia de seguridad alimentaria: cómo asegurar el acceso y la distribución equitativa de los alimentos producidos para toda la población, considerando que existen suficientes alimentos para disminuir el número de personas que sufren de desnutrición y malnutrición.ç
“Las PDA representan un desperdicio de recursos, incluida la tierra, el agua, la mano de obra y la energía utilizados para producir alimentos. Contribuye en gran medida al cambio climático porque se emiten gases de efecto invernadero durante las actividades de producción y distribución de alimentos, y se libera metano durante la descomposición de los alimentos desperdiciados” (Banco Mundial, 2018).
En América Latina y el Caribe, al menos 12 países han implementado algún tipo de normativa relacionada con las PDA. Sin embargo, la mayoría de estas regulaciones se enfoca principalmente en promover la donación de alimentos. Algunos de los marcos normativos que abordan de manera explícita esta problemática son:
- Ley 27454 de 2018 en Argentina: esta ley crea el Plan nacional de reducción de pérdidas y desperdicio de alimentos, que plantea acciones como campañas de educación y sensibilización dirigidas a todos los actores de la cadena alimentaria, procesos de capacitación en manejo de cosecha y postcosecha, y mejoras en la infraestructura productiva, entre otras.
- Ley 1990 de 2019 en Colombia: Establece una política para prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos. La normativa define medidas para evitar las pérdidas cuantitativas y cualitativas de alimentos destinados al consumo humano. Entre las acciones, se prohíbe a todos los actores de la cadena de suministros destruir alimentos aptos para el consumo humano y se establecen procedimientos para prevenir las pérdidas y reducir los desperdicios generados durante la producción, postcosecha, distribución, manipulación, almacenaje, comercialización y consumo.
- Reglamento General No. 120 de 2024 en Ecuador: Este reglamento, que desarrolla la ley para prevenir y reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, también busca mitigar el hambre en personas en situación de vulnerabilidad alimentaria. Establece la normativa para la donación de alimentos, definen incentivos para reducir los desperdicios de alimentos, y regula las disposiciones que rigen su implementación.
Enfrentar el desafío global de las pérdidas y desperdicios de alimentos va más allá del sector agropecuario. A menos de seis años del horizonte de la Agenda 2030, los esfuerzos deben centrarse no solo en el diseño de políticas públicas eficaces, sino también en la adopción de prácticas sostenibles por parte de los productores, y en la concientización de los consumidores sobre de la magnitud de este problema.(Noticias AgroPecuarias)
*Alejandra García Sifonta, es economista y colaboradora del IICA