El uso de fertilizantes en 2018 supero los cuatro millones de toneladas
<strong>El dato se dio a conocer en un encuentro que se realizó en la sede de Fertilizar, con motivo de la presentación del Manual de Buenas Prácticas de manejo de fertilización.
BUENOS AIRES (NAP) Los productores argentinos emplearon para la campaña 2017-2018 4 millones de toneladas de fertilizantes, volumen que representó un aumento que osciló entre 8 y 10 por ciento respecto de la campaña fina anterior, aseguró Jorge Bassi, vice presidente de Fertilizar, durante la presentación de la primera edición del libro “Manual de Buenas Prácticas de manejo de fertilización, que se concretó este miércoles en la sede de la entidad, ubicada en la capital argentina.
“Superamos los 4 millones de toneladas, aunque aún no está el número definitivo con un crecimiento del 8 al 10 por ciento, una tasa muy interesante en la compra de fertilizantes, esfuerzo hecho por el productor que valoramos mucho en un año en el que hubo muchísimas dificultades, porque arrancó con una mala cosecha, siguió con el cambio de las reglas de juego, con la desaparición de la financiación y pese a todas esas dificultades el productor apostó a la tecnología”, detalló el vicepresidente de Fertilzar, en diálogo con www.noticiasagropecuarias.com.
El productor, para Bassi, entendió que mediante el empleo de nutrientes para el suelo hay una buena posibilidad de mejorar los rendimientos y con buenos retornos: “Estamos muy contentos con que se haya reflejado en la primer cosecha que es la de trigo, donde además de ver buenos rendimientos, también buena calidad y es posible que sea la campaña con el mayor porcentaje de proteínas de los últimos años. En el caso del trigo, el empleo de nutrientes para el suelo superó el 25 por ciento”, amplió.
A partir de la desregulación del mercado a principios de 2016, la eliminación de los cupos de exportación y la eliminación del cepo al dólar fueron factores que alentaron el uso de nutrientes en trigo y maíz.
“Es fundamental porque si no hay un mercado que ofrezca buenos precios al productor y que tome la producción, la actitud que se observó fue la de recortar superficies y dentro de las superficies, tomar estrategias muy defensivas en materia de fertilización, al punto que bajaba las dosis al mínimo que le permitía sostener la producción y una vez que se salió de ese esquema, el productor fue tomando la tecnología disponible, hasta 2017, momento en que se repitió el uso de dosis de los mejores años y en este año, que es de crecimiento concreto. Si tomamos toda la fina, el uso de nutrientes aumentó al menos 25%, es un volumen muy importante”, reflexionó el directivo.
En cambio, los cultivos de gruesa no tuvieron un ratio alto de mejora porque llega con reglas de juego distintas porque se pusieron las retenciones de vuelta y además el productor debe enfrentar problemas de financiación, porque invirtió mucho dinero en la siembra de fina y los problemas de financiación de las empresas se marcaron más.
En cuanto a los déficit en el usos de dosis de la cosecha, en el caso del maíz “se ubica entre un 20 y un 25 por ciento y en el caso de la soja se debería duplicar el consumo de fertilizantes, porque lo que vimos en los experimentos a campo, la dosis que usa el productor y si aplica una mejora de entre 20 y 30 pory ciento, no tiene efecto en la recuperación de los nutrientes del suelo”, resumió Bassi.
En los experimentos que se realizaron en distintos ensayos a campo se pudo comprobar que si el productor emplea dosis bajas de fertilizantes con porcentajes del 20 al 30 por ciento no tiene efecto, pero si se mejora y se agrega fosforo y azufre en forma importante, se logra un mejoramiento sustancial en los rindes del cultivo.
En cuanto a la influencia de la devaluación del peso respecto del uso de nutrientes Bassi estimó que está focalizado en los cultivos de trigo, soja, maíz y cebada son cultivos que se manejan en dólares por el precio y la compra de insumos, entonces la relación mejora la economía aporque baja los costos fijos y de fletes para el productor y permite que el aumento tienda a mejorar la ecuación, detalló.
Pero al trasladar el impacto a las pasturas para carne, leche y la horticultura, el resultado es diferente porque los insumos se pagan en dólares y la venta de la producción se abona en pesos.
“En términos generales las devaluaciones facilitan la incorporación de tecnología en granos. Queremos remarcar que un crecimiento del 8 al 10 por ciento por año y, si se tiene en cuenta que se partió de un fracaso en la cosecha, es algo que se debe valorar mucho en el productor que hizo un esfuerzo porque en lugar de invertir en maquinarias, mejoras, vacaciones o esparcimiento, prefirió incorporarlo a la inversión de fertilizantes, destacó el directivo.
Con relación a las expectativas para 2019, Bassi consideró que el cambio de reglas fue muy fuerte porque la aplicación de retenciones para el productor son un cambio de reglas por lo cual: “Esperamos un año en el que se repita el consumo de fertilizantes que vimos en 2018 porque las dosis aplicadas eran muy atrasadas, aplicó dosis mejores, desde el punto de vista técnico, va tener buenos resultados, en trigo los resultados fueron buenos y esperemos que en la cosecha gruesa el clima acompañe”, resumió.
Acerca de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y si hubo o no un cambio de paradigma en el productor Bassi subrayó que “Hoy hay mucha discusión sobre este tema entre los productores y mucha preocupación por este tema, creo que están asumiendo la necesidad de incorporar las BPA”, añadió.
Por último Bassi aseguró que “este camino es inexorable porque seguimos aplicando menos nutrientes de los que extraen con las cosechas, lo interesante es que no se puede comparar con otros países del mundo porque, Australia emplea el doble de nutrientes en el uso de fosforo y en Brasil ocurre algo parecido”, concluyó(Noticas AgroPecuarias)